Juárez lanza su quinto LP, «El ciclo del sol y el fin de los días».

Y escucharás voces que pongan en tela de juicio el optimismo de la banda navarra, que nos acostumbra a una oscuridad lírica contundente. Pero si analizas las letras, encontrarás un halo de esperanza que nos mantiene con vida y empuja para continuar bregando en este barrizal llamado rutina.

«El ciclo del sol y el fin de los días» sigue la estela de sus dos trabajos anteriores («Entre palmeras» -2020- y «Luna menguante» -2022) dando coherencia y continuidad -con variaciones y nuevos recorridos- a un imaginario lúgubre con el que resulta fácil empatizar e, incluso, identificarse. Quizás estemos ante el sonido de los justos. Quizás, para incidir en este registro, han contado con Pedro de Dios. Y para alimentar la fe, también se alían con Germán Carrascosa, responsable de un contrapunto de cuerdas vitalistas que palian la ansiedad.

Juárez no te juzga. Pero sí te reta a ponerte delante del espejo con estas canciones que vuelan como un diente de león. Aguanta el tipo… o no. Porque Juárez permite que te derrumbes. Con esa misma sinceridad han gestado «El ciclo del sol y el fin de los días» en un caserío perdido en el bosque de Arantza con la batuta del productor Guillermo Mutiloa. Un retiro que te va a atrapar en algunos momentos concretos del disco. Y puede que sirva como viaje iniciático a tu personalidad a través de la pieza instrumental que dota de alma psicodélica, poliédrica, caleidoscópica y onírica al álbum que tienes entre las manos. La cara oculta de los navarros sale al encuentro de tus oídos para llevarte por lugares que sólo existen dentro de ti y que desconoces.

Y así, las canciones de Juárez logran esconder el sol más radiante y que la noche cerrada tenga una luz propia, como la de la candela que ilumina tu hogar mientras escuchas los sentimientos de la banda que no cesa. Y que sea así mucho tiempo.

Nacho Álvaro – Radio 3